martes, 6 de agosto de 2013

Me voy a permitir pensar en ti ninguna vez al día.



Anoche volví a soñar. Contigo.
No sé por qué te asocio aún al sueño,
siempre había creído que nos daban paz
y alegría.

Me desperté con los ojos llenos de todo
y no pude secarme ni con nada.

Temblaba, sí, temblaba
porque había visto lo que nunca quiero ver
y era menos bonito de lo que esperaba.

Tendré que aprender a morir con esto
porque a vivir ya estamos acostumbrados. A veces.
Siempre estaré para sorprenderme.
Y tú.
Y él.
Y el nosotros que murió ayer.

Hay días que no me levanto
porque no me apetece poner los pies en el suelo.
Pero hoy, me decido a renunciarte.
Sé que será como apoyar un pie dormido,
pero poco a poco vuelve a su estado natural.
Natural, claro.

Así que sólo espero que tu sonrisa siga jugando cada vez que amanezca.
Pero lejos de aquí.

Me hieres muchísimo.
Y te quiero. Cada vez un poco menos.
Espero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario