sábado, 10 de agosto de 2013

Mr. Darcy



No puedo concretar la hora, ni el sitio, ni la mirada, ni las palabras que pusieron los cimientos de mi amor. Hace bastante tiempo. Estaba ya medio enamorado de ti antes de saber que te quería.




jueves, 8 de agosto de 2013

Haikus



-

Desconocernos,
eso me pediste hoy.
No sé olvidar.


Duele el asco 
de tu marcha sin pensar, 
no vuelvas aquí. 


Querer no sirve, 
pero te pienso cada 
noche que pasa. 


Tengo miedo de
una vida sin sueño,
hazme de dormir.

-

Adiós sonrisa,
no te vayas muy lejos
y vuelve aquí.


Hojas mojadas,
hojas rotas de amor,
tu alma y yo. 


Noches en vela,
invierno se acerca,
mi alma hiela. 

-

miércoles, 7 de agosto de 2013

Tengo ganas de perderte. De vista.
Tengo ganas de perderme. De la risa.

Los días que me hacías despertar, me preguntaba cuánto tiempo pasaría hasta volver a dormir contigo o conmigo. Eran momentos de daños tatuados en la piel como golpes en brazos derruidos. Llovía o hacía sol o era de noche, sobre todo de noche. Porque todo estaba negro cuando huías lejos y me dejabas en una esquina del sofá pensando en mi locura y en todo lo que decías que había hecho. Que muchas veces era nada o era todo o era nada.

Nada.

A eso se resume todo. A nada. Nada es lo que quedó cuando decidiste irte y no volver. Cuando si volvías era sólo para decirme que yo, y yo, y yo y nunca tú. Nunca tú me traías el desayuno al sofá de la tristeza, nunca tú me recordabas lo bonita que era también cuando lloraba (aunque sólo fuera para hacerme sonreír), nunca tú te perdías entre mi pelo rebuscando mis sueños tan lejos de cumplir, nunca tú te preguntabas cómo funcionaba un cerebro desgastado por el paso y el peso y el salto del tiempo.

Y, ahora, desencantada de mí (y de ti) sólo quiero perderte. O eso quiero creer.

martes, 6 de agosto de 2013

Me voy a permitir pensar en ti ninguna vez al día.



Anoche volví a soñar. Contigo.
No sé por qué te asocio aún al sueño,
siempre había creído que nos daban paz
y alegría.

Me desperté con los ojos llenos de todo
y no pude secarme ni con nada.

Temblaba, sí, temblaba
porque había visto lo que nunca quiero ver
y era menos bonito de lo que esperaba.

Tendré que aprender a morir con esto
porque a vivir ya estamos acostumbrados. A veces.
Siempre estaré para sorprenderme.
Y tú.
Y él.
Y el nosotros que murió ayer.

Hay días que no me levanto
porque no me apetece poner los pies en el suelo.
Pero hoy, me decido a renunciarte.
Sé que será como apoyar un pie dormido,
pero poco a poco vuelve a su estado natural.
Natural, claro.

Así que sólo espero que tu sonrisa siga jugando cada vez que amanezca.
Pero lejos de aquí.

Me hieres muchísimo.
Y te quiero. Cada vez un poco menos.
Espero.

domingo, 23 de junio de 2013

Silencio.

Me prometieron el silencio,
aquel que en noches cortas te mece al dormir
impidiendo que la maldición del pensamiento
te mate.

Pero hicieron de él cortinas que se mecen al viento,
historias de reyes que matan gigantes
desperdiciando su encanto con alguna cortesana.

Convirtieron la necesidad en sed,
sed de silencio, sed del que bebe
y anhela,
y ansía,
y aspira,
y quiere,
y muere sin tener, teniendo sed.

Silencio.
No te puedo, no estás.
Shh.
Silencio.

domingo, 28 de abril de 2013

Ruta 69: La carretera principal entre nuestras piernas.

"Sólo vodka", dijiste.
La noche empezó bien.
Tu borracho y yo en pie.
Aunque ebria de ti,
casi me caigo al suelo
pero

los suspiros amortiguan.
Como tu cama.
Y se estiran.
Como tus ganas.
De empotrarme contra las ideas,
de arrancarme el pensamiento,
de follarme sin esperas,
de correrte sin conocimiento.


lunes, 22 de abril de 2013

El talento de no saber escribir.

Yo no escribo,
plasmo ideas de forma inconexa.
Supongo que ahí está mi encanto.
En cuanto tenga tiempo,
las ordenaré.
O no.

Escribir es como la vida. Uno no sabe por dónde empezar y acaba terminando donde menos espera.

En cuanto, en cuanto.
Tiempo.
Esa gran verdad.
Nuestra gran mentira.
Tiempo.
Pasa y somos tan gilipollas de medirlo.

Querido ser humano, devuélveme las horas que me has robado.

jueves, 18 de abril de 2013

El día que escribí en una huelga de metro (con la letra torcida).

A base de carboncillo
escribo.
La primavera no altera,
inspira y expira.
Es por eso que corremos,
intentando no perdernos.
Y lo hacemos.
Y qué.

Lo bonito de no saber dónde estás,
es no saber dónde puedes llegar.

Y respiras.

Pensando en todo aquello que olvidamos.

Pero que guapo te pones
cuando te recuerdo
y me jodes.

lunes, 15 de abril de 2013

Un pequeño sorbo del veneno.

Dulce.
Así describiría el veneno de tu boca.
Suave.
El roce de tus labios en los míos.
Adictivo.
Tú.
Dañinos.
Nosotros. Tus labios. Tus gemidos. Todo, quizá.

Pero enganchada. Estoy.
Hasta la muerte por sobredosis.
De ti.

domingo, 14 de abril de 2013

Pongamos que hablo de un él (que, quizá, no existe).

Apareció,
como quien saca un conejo de la chistera.
Pero no me reí,
no era un buen chiste.
Y la magia que creí ver
sólo era un montón de palabras bien dichas.

Dicho esto, me escondo.
Hondo.
No lejos.
Donde (no) me veas.
Para que así, vuelvas.
O no.
Porque te espero.
Y no.
Porque te sonrío.
Y no. No me ves.

Se escondió.
Detrás de ideas. Preconcebidas.
Concediéndome un respiro ahogado.
Ahora no puedo hacerlo
y quiero hacerlo sin poder, queriendo.
Y ahora qué.
Qué debo pensar.
Qué.

jueves, 11 de abril de 2013

La tarde en que soñé ser cuerda de arpa.

Y aquí, sentada en el suelo,
todo parece más alto,
menos yo,
convertida en un adorno más,
en esa cuerda de arpa
que se rompe, que no suena,
que deseas recolocar.

Las noches parecen más claras
a la luz de las velas
y los días, con persianas bajadas
no iluminan mis ganas de continuar.

Soy un instrumento roto,
la lágrima en tu página
que difumina todo,
el sol que te quema
llenándote de falsas sonrisas.

Pero yo le aúllo a la luna
creyendo que me escuchará
desde el suelo.
Y ella, muda, me mira
con disimulo.

A dónde irán a parar los gemidos.
A dónde irán a parar los que no mido.
Que no reprimo.
O que no suenan.
Dolor y placer en una sola palabra.

Y vomitando mis ganas de romperte,
de crearte.
El único sonido que se escucha soy yo,
siendo cuerda rota.
Desafinada.
Sin poder ser,
recolocada.

lunes, 8 de abril de 2013

Tú.

Ya lo sabes, 'Ab imo pectore'.
Pero, y qué, nunca te importaron demasiado las lenguas muertas.
(Y a mí nunca me gustó la tuya cuando dejó de lamer).

Te cambiaría por nada, a pesar de que no nades a contracorriente.
Y que la contra, (son)riente, no sea más que un forzado juego de palabras.

Nadaría en tu boca,
acabo,
no ahora.
Nunca, quizá.
Cuando me ahogue, si eso.
En el silencio,
el que no tiene mi cabeza
(cuando te piensa).

Que todo dejó de tener sentido cuando apareciste
y te fuiste.
Que todo dejó de tener sencillo ritmo cuando reíste
y volviste.

Las dudas se quedan en nada
cuando jugamos,
 a esconderlas en la cama.
Porque la única duda que tengo
es saber cuándo te irás y,
espero,
que sea sólo para volver.
O, quizá,
para tener una excusa y, así,
oír como de tu boca nace
un:
"Idiota, a ningún lugar".

viernes, 8 de marzo de 2013

Resaca.

Se despertó.
No sabía si quitarse las lagañas con los dedos o un alfiler.
Confusiones producto de la estúpida noche.
No sé si nos entendemos.

Abrió los ojos.
Quizá demasiado tarde o demasiado pronto.
Depende de si hubo espacio para las pesadillas o los sueños.
Deseó café e ibuprofeno.
Pero su estómago le suplicó silencio.

'No puedo cerrar los ojos y seguir ¿soñando?
No. Esto no son sueños, son montañas rusas.' - se dijo.

Se levantó.
La camiseta se volcó sobre su hombro izquierdo.
Todo daba vueltas.
Todo.
Hasta los recuerdos.

Vomitó.
Vomitó el pasado que nunca debió elegir.
Vomitó el presente que nunca debió dañar.
Y vomitó el futuro que acababa de joder.

No sé, quizá no sabía el truco de que un buen apoyo sobre la espalda, nos libra de las montañas rusas.
No estamos preparados para cargar todo nosotros mismos.
Puntos de apoyo.

jueves, 7 de marzo de 2013

Y sin embargo.





Sí, Joaquín, tú decidiste quedarte en el 96.
Perdido en las seis de la mañana.
Cuando tú nos contabas que a esa hora se escayolaba el corazón.
Y yo qué.

Yo me quedé en el verano del 99.
Cuando, aún, las seis no me causaban vómitos de penas.
Y mi corazón no necesitaba yeso para soldarse (aún era fuerte y estaba sin estrenar).

Y, dime tú, ahora que somos conscientes de que el tiempo pasa.
Ahora que las ojeras duermen en la almohada
y resoñamos lo soñado porque siempre soñamos con lo mismo.
Dime, ¿por qué coño tardamos siglos en morir y la vida nos acaba pareciendo un instante?

Contigo aprendí que los locos no necesitan suicidarse porque ya no viven en este mundo.
Contigo aprendí que, para hacerlo, uno debe estar muy cuerdo (y ser demasiado valiente).
Contigo aprendí que hay cosas que es mejor no aprender. Como esto.
Ya sabes.
La sociedad no vería bien este tipo de reflexiones. Tú me entiendes.

Porque el amor cuando muere, también mata.
¿Por qué? Porque uno siempre ve el vaso medio lleno y, el que se va, medio vacío.
Y una parte de nosotros siempre mata algo, cuando muere.

martes, 5 de marzo de 2013

Aquel correo que Clara nunca debió enviar.


Y, llegados a este punto, me pides que todo empiece a adquirir un tono más serio (gris, marrón, quizá negro). Te miro desde la cama, observo cada una de tus palabras y huelo el miedo acercándose a mi mente.

No sé como decirte que me encanta tu sonrisa, la manera en la que me desvistes o los juegos de palabras que nos dedicamos cada media noche; pero que no pasaría la vida entera conformándome con lo mismo, cariño. 

Todo, al principio, está bien; pero al fin y al cabo, preferimos que alguien nos vuelque el corazón a que nos haga sus latidos más tranquilos.

Y, de todos modos, siempre he preferido los colores más alegres.

viernes, 1 de marzo de 2013

Noches.

Noches.
Donde la inexistente luz nos llena de incandescencia.
Noches.
Donde las manchas de carmín se escapan por la piel.
Noches.
Donde la única finalidad es conseguir la complacencia.
Noches.
Donde los besos, esos; los tuyos, saben a miel.

Aquellos monstruos que.

Los peores monstruos son los que llevamos dentro. Aquellos que nos hacen pensar de más. Aquellos que levantan lágrimas para mojarnos la almohada. Aquellos que lastiman, cegándonos por si una pequeña parte de nosotros consigue ver la realidad.
No sé, quizá una poción de vinagre y fuerza consiga ahogarlos en su propia amargura. Quizá, así, podamos ser dueños de nosotros mismos.

martes, 26 de febrero de 2013


El principio ya es una despedida.


Siempre he sentido las despedidas en los principios. Es una sensación chocante (y contradictoria). Cuando uno comienza no debería pensar en un adiós y, sin embargo, todos lo hacemos alguna vez. ¿Por qué? Quizá el ser humano tenga una imperante necesidad de autodestrucción. No necesitamos mirar más allá de nosotros mismos para comprobarlo, nos regocijamos en el dolor.
Ojalá un botón de olvido, pero... ¡cómo cuesta borrar lo que somos!

Hola.