domingo, 14 de abril de 2013

Pongamos que hablo de un él (que, quizá, no existe).

Apareció,
como quien saca un conejo de la chistera.
Pero no me reí,
no era un buen chiste.
Y la magia que creí ver
sólo era un montón de palabras bien dichas.

Dicho esto, me escondo.
Hondo.
No lejos.
Donde (no) me veas.
Para que así, vuelvas.
O no.
Porque te espero.
Y no.
Porque te sonrío.
Y no. No me ves.

Se escondió.
Detrás de ideas. Preconcebidas.
Concediéndome un respiro ahogado.
Ahora no puedo hacerlo
y quiero hacerlo sin poder, queriendo.
Y ahora qué.
Qué debo pensar.
Qué.

2 comentarios:

  1. No estaría mal que pensaras que esta entrada es mucho más de lo que tu misma puedas creer! <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me has hecho sonreír.
      Gracias, de verdad.

      A veces, la vida da más que risas y cerveza.

      Eliminar